NUESTROS MAYORES DEL ÍTACA

Quiero poner en valor y empoderar, palabra muy de moda actualmente, a nuestros mayores. Aquellos profesores que dejaron huella en ÍTACA y que ahora gozan de su jubilación, palabra que etimológicamente viene del latín iubilatio, como gozo, alegría, júbilo y lo cierto es que así se les ve, con mucho júbilo. Coincide que vienen cuando Fortunato vende la lotería navideña, que llevamos comprando toda la vida... no vaya a ser que este año toque y no hayamos comprado. Me alegra que vengan, sin ellos no sería el Ítaca lo que hoy en día es.

Contaría mil momentos en los que los echo de menos, y no os sintáis mal si no os nombro, porque el Centro sigue respirando y oliendo aquella esencia que dejásteis. ¡Hay Angelito!,  cada curso organizabas la Donación de Sangre (a ver si algún año lo retomo yo) y Arturo, te hemos sustituido en la puerta por una tarjeta y un chip. Ya sabes, la tecnología ha venido para quedarse, aunque en otros aspectos eres insustituible. A tí Paco, orientador, te hemos cambiado por dos, pero te puedo asegurar que nadie hace aquellos discursos interminables que conseguían dormirnos a todos. Tal vez era una estrategia psicológica de relajación que usabas... pero a los de mates no conseguiste ni relajarlos ni entenderlos, de hecho yo tampoco los entendía, ¿verdad? Hernán o Isabel, espero que en vuestro jubileo os acordéis de los buenos momentos vividos. Echo de menos a los de mi departamento, por supuesto, sé que Rafa diría si estuviera ahora: “Cada vez saben menos estos alumnos”, como repetía cada año desde que lo conocí, y no quiero olvidarme de Marino, que en Paz Descanse, lo que se peleaba para llevar las Extraescolares a través de la informática… Y aquí lo dejo, no quiero ponerme más nostálgica, espero veros el año que viene que me dais mucha alegría.

María José Domingo… una profe del Ítaca.